Articulo de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF
El desplazamiento a Ceuta siempre está envuelto entre matices singulares: un viaje
difícil por la distancia, logística y que implica cruzar a otro continente, cambiando de
escenario habitual por completo. El exotismo mediático de atravesar el estrecho para
jugar un partido y sus dificultades de organización, otorgan a esta fecha un aire atípico
dentro del calendario competitivo.
Toda esa excepcionalidad chocaba con una gran racha del Burgos fuera de casa
donde arrastrábamos cuatro victorias consecutivas y en las que sin que las
sensaciones fueran demasiado buenas, la efectividad se había demostrado en su
máximo exponente, sumando un inmejorable nueve de nueve y una clasificación en la
Copa del Rey.
Uno de los equipos menos goleadores fuera de casa contra uno de los menos
goleados en su feudo vaticinaban un encuentro rácano en el que el primero
consiguiera encajar un golpe, muy probablemente saldría vencedor. Y es que, aunque
las estadísticas estén para romperlas, es muy habitual que se cumplan como aquel
reloj suizo que no retrasa ni un segundo su transcurso temporal.
Dudas sobre como resolvería Ramis el puzzle que se le planteaba con las tres bajas
obligadas tras las amonestaciones recibidas en el partido contra el Racing. Cantero y
Mollejo fueron los elegidos pero sin demasiado éxito, quizás echando de menos más
minutos que les den esa regularidad con la que lograr encajar en un esquema que
parece diseñado para sus once jugadores de confianza.
Un comienzo que no fue malo, asomándonos varias veces por la portería del también
burgalés Guille Vallejo en los primeros cinco minutos, pero que se fue diluyendo cual
azucarillo hasta vernos a merced de un rival que, sin demasiados méritos ni florituras,
nos arrinconó hasta conseguir un tanto en el que los errores de marca y la ausencia
total de intensidad nos hizo parecer un equipo de categoría inferior.
Y es que, si un gol en contra siempre es doloroso, recibirlo por parte de un ex hace
que ese daño se multiplique por mil. Un Jose Joaquín Matos que destaca por encima
de casi todos en un Ceuta donde está mostrando un nivel excepcional y al que se le
ha dado libertad total para explotar sus características. Una celebración en la que
inmediatamente pidió perdón a la afición burgalesa desplazada, como quien se
lamenta por no haber prolongado una historia de amor juntos.
Tuvimos que esperar a la segunda parte para ver cierta reacción en un equipo que
sigue sin contar con mecanismos de ataque dañinos, esperando a alguna acción
aislada para lograr un tanto que noqueara a un rival que únicamente vio peligrar el
resultado en ese corner en el que la fortuna no estuvo de nuestro lado.
En definitiva, fiarlo todo a la efectividad es caminar sobre una cuerda floja; Algunos
días la moneda caerá de nuestro lado, pero confiar en ese golpe de fortuna como plan
de juego es condenarse a la irregularidad. En el deporte, la suerte sirve de impulso,
pero nunca de sostén. Tarde o temprano, la moneda deja de salir cara y estas dos
derrotas consecutivas con tan escasos números a favor, consolidan la sensación de
que existe un problema de fútbol hasta ahora tapado por resultados.












