viernes, diciembre 5, 2025
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Pragmatismo desde el cielo

Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF.

En ocasiones, la prosa de lo simple desarma la rigidez del rival. En los duelos aéreos y en la precisión del balón parado se esconde la llave de los partidos que se atascan, cuando la inspiración se apaga y las ideas se consumen contra muros bien plantados. Es en esos momentos, cuando la fluidez se extravía y la creación se convierte en espejismo, el fútbol encuentra en el cielo y en la quietud sus atajos más nobles. 

La sencillez que se asume de un saque detenido es un recurso tan antiguo como vigente, capaz de transformar la impotencia en gol, tumbando esquemas impenetrables y penalizando cualquier mínimo despiste con la máxima de las penas futbolísticas. Y es que, aun siendo uno de los elementos más diferenciales de este deporte, no suele presumir de tener muchos minutos de análisis en tertulias y charlas.

Por el contrario está esa complejidad barroca del “nuevo fútbol” que obliga a cualquier equipo, desde infantiles a profesionales, a disponer de mecanismos precisos para sacar el balón jugado desde el portero, tachando de rupestre cualquier otra variante más simplista. Riesgos, muchas veces innecesarios, que nos condenaron con un gol malaguista en el que pareció sacrilegio alejar el balón de nuestra área con uno de los antiguamente denominados “pelotazos”.

Volvimos a echar en falta ese arranque fulgurante de nuestro equipo en El Plantío al que estábamos acostumbrados y que en los primeros minutos ya aseguraba mucha parte del botín. Miedo, o más bien respeto, de ser victimas de una categoría en la que se suelen exprimir más beneficios de los errores rivales que de la valentía propia; En lo que vamos de temporada, los equipos locales apenas ganan el cuarenta por ciento de los partidos, frente casi el cincuenta del curso pasado; Datos que respaldan esas precauciones, pero que muchas veces son muy difíciles de entender para quien está sentado en la grada. 

Reducir el error a cero y aprovechar las escasas ocasiones que se generen. Máxima efectividad que una vez más demuestra el equipo de Ramis, creando una sensación generalizada de que es muy difícil hacer más con menos, pero que a la vez deja un regusto no demasiado bueno, porque aunque resulta ilógico no estar felices con los tres puntos, queremos ver a ese equipo que además de vencer, convenza. 

Mentalidad quizás un poco aburguesada, propia de quien ya se considera alguien importante en esta categoría y que ve necesario subir ese escaloncito que aún nos distancia de los verdaderos protagonistas. Y es que, puede que tengamos mimbres para ello, con jugadores diferenciales capaces de sumar tres puntos en el casillero aún en las tardes más grises, faltando ese engranaje que haga sonar la partitura de manera afinada.

No puedo terminar este comentario sin mencionar a David González, ese chico que tuvo que salir del club de su ciudad para labrarse una carrera ante la imposibilidad de hacerlo en casa, y que volvió con la mentalidad de demostrar que tiene mucha carrera por delante. Ejemplo de resiliencia adaptando sus condiciones a una posición que no era la suya con tal de tener hueco en la titularidad y que a partir de ahí ha cogido un protagonismo que no todos están dispuestos a llevar a cuestas. 

No es fácil ganarse el reconocimiento en la propia tierra, donde la exigencia es mayor y el margen de error más pequeño. Ser profeta en casa nunca es sencillo y más en una ciudad como la nuestra en la que estamos acostumbrados a mirar con envidia lo de los demás sin saber reconocer lo bueno que nosotros tenemos, pero con el 14, puede que la búsqueda del héroe local haya concluido.

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