Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF.
Una temporada nueva es un mar de incógnitas. Nuevos rivales y otros que ya estaban, pero que poco pueden tener que ver con la idea que uno dibuja en su cabeza. Cenicientas que dan sorpresa tan sorpresa e históricos cuyo nombre pesa más que su juego hacen de esta división un completo enigma que muchos no consiguen descifrar aún después de las cuarenta y dos jornadas que marca el calendario.
Ilusiones por todo lo alto con la arrolladora victoria de la primera jornada, pero esta vez con los pies en lo más firme a sabiendas de los condicionantes que desarrollaron la goleada y con la experiencia cercana de no saber medir demasiado bien la euforia en una competición que pronto te hacer tocar suelo si pierdes la referencia de la realidad.
La primera visita del curso nos llevaría hasta Riazor, un estadio legendario y que en otra época estuvo acostumbrado a historias épicas que cualquier aficionado al fútbol recuerda con nostalgia. El renacer de un grande que impulsado por un gigante económico intenta recuperarse de las cenizas que hace no demasiado amenazaban con consumirle del todo. Un proyecto que va de cara hacia el ascenso priorizando lo deportivo al negocio.
Un Burgos que seguro que iba a competir pero la duda residía en la forma de hacerlo. El Deportivo había mostrado todo su potencial en su visita a Los Carmenes de la jornada inaugural, sumando al recuerdo de los partidos lejos de nuestro feudo desde que Ramis llegó al banquillo de El Plantío, todo parecía indicar que veríamos a un equipo muy replegado a expensas de un grosero fallo de los coruñeses que nos diera la oportunidad de volver a doblegarles con las mismas cartas del año pasado.
Nada más lejos de la realidad, y superado el susto inicial, vimos a un conjunto intenso y ordenado, con mucho criterio cuando disponía del balón y mecanismos suficientes para hacer daño independientemente de la situación que se le planteara. Un bloque formado por los mismos once componentes del año pasado pero con una estructura muy diferente, basándose en unos fuertes cimientos sobre los que hacer crecer el muro.
Poco o nulo sufrimiento en uno de los desplazamientos más duros de la temporada y la sensación de que hay mucho trabajo en esa pizarra. Este verano todo ha parecido fluir desde la dirección técnica al verde y eso se ha notado desde el primer encuentro de la pretemporada, porque si mientras haces un puzzle tienes enfrente la imagen de la solución, resulta mucho más sencillo resolverlo.
Puramente anecdótico vernos tan arriba en la clasificación a estas alturas de la liga, teniendo en el horizonte la única perspectiva real de seguir sumando puntos que nos acerquen a nuestro objetivo de cincuenta puntos y a partir de ahí seguir sumando. Puntos que sigan engrasando una maquinaria de la que se intuye potencial y con piezas más que suficientes que aseguren el mismo rendimiento en caso de desgaste.
Orgullo por la imagen desempeñada y por una afición que vuelve a poner en valor nuestro escudo allí por donde pasa. Sin duda nuestro mayor patrimonio reside en ellos, en los que no se intimidan por las distancias si el punto final es su equipo y que aún cuando salen derrotados de los estadios, vuelven a abrir el calendario para cuadrar el próximo desplazamiento en el que quitarse la espina.
Sin duda, por eso, vale la pena ser del Burgos.












