viernes, diciembre 5, 2025
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Y Calero ascendió a Primera en El Plantío…

Comentario de opinión de Paco Peñacoba sobre la actualidad del Burgos CF.

Los momentos vividos el pasado domingo en El Plantío nos piden una reflexión. Los aficionados del Levante disfrutaron del ascenso de su equipo en Burgos y muchos aficionados del Burgos seguro que sintieron unas sensaciones difíciles de definir, un contraste entre la derrota de su equipo y la alegría contagiosa al ver como un entrenador muy vinculado y querido en Burgos, lograba precisamente en El Plantío el ascenso a Primera División. Pero había que frotarse los ojos porque no lo hacía con el Burgos, como muchos soñaron más de una vez cuando el equipo blanquinegro fue líder y se mantuvo muchas jornadas en puestos de playoff. El aficionado burgalés, que tantas tardes vibró con Calero, no era el protagonista de esta fiesta, aunque se coló en ella una vez más, pero solo como mero invitado con derecho a mirar, nada más que eso, y a llenarse de recuerdos agridulces en ese momento, porque el Burgos, nuestro Burgos CF no era el protagonista.

La casualidad y el fútbol, que da y quita a su antojo, hicieron la magia de que Julián Calero ascendiera a Primera División en Burgos, pero sin su «burguitos», como él llamaba cariñosamente al equipo, sino con otros que tuvieron la suerte de ficharle y tomar lo que Burgos se dejó escapar aquella temporada y que algunos sentimos en el alma.

Y surgieron las preguntas habituales en estos casos a las que es mejor no dar respuestas, sobre si los responsables entonces del club, hicieron todo lo posible por retener a Julián Calero o consideraron que su proyecto estaba acabado y era mejor cambiar, si fueron justas aquellas críticas de un sector de la afición sobre que el Burgos no jugaba bien, que el equipo podía dar mucho más de sí y el técnico no lo conseguía. Qué fácil es olvidar cuando los resultados no acompañan, la trayectoria y los méritos de las personas. Qué fácil criticar desde fuera lo que no se vive y se desconoce desde dentro. Qué fácil decir adiós con los ojos cerrados y mirando hacia otro lado. Pero esto es fútbol.

Foto: LaLiga Hypermotion

Julián Calero llegó al Burgos y puso, como en todos los proyectos en los que se implica, alma corazón y vida. En una temporada que no comenzó bien, supo tener paciencia, confiar en sus jugadores, sufrir al no poderse sentar en el banquillo casi media temporada por problemas ajenos a él, pero que asumió con humildad, Y cuando peor se puso la cosa, cuando los impagos hicieron mella en la plantilla y cuerpo técnico, él supo aguantar, ayudar como pudo a quienes pasaban apuros y encender la llama de la ilusión por un ascenso que era la única vía de salvación del Burgos en esos momentos. Y lo consiguió llevando al Club al ámbito profesional. Son situaciones que mueven corazones y Calero se ganó a la afición burgalesa e incluso a la ciudad, de la que fue pregonero de sus fiestas junto con el director deportivo, Michu.

Después de muchos años de barro, Burgos vivía otra vez la alegría del fútbol de élite y muchos aficionados comprendieron entonces que si había un entrenador capaz de llevar a este equipo a Primera División y devolverle todo su esplendor del pasado, ese era Calero. Pero faltó paciencia y Julián comprendió que lo mejor era dejar el Burgos para que pudiera crecer fuera de su mano. En realidad el Burgos perdió, o dejó marchar, un técnico que era un tesoro, que algunos no vieron, cegados por proyectos ambiciosos pero complicados, que requieren mucho trabajo, compromiso y paciencia, difícil de encontrar.

Calero siguió su camino. No dejó al Burgos para irse a un gran equipo, como algunos pensaban, sino que estuvo varios meses sin equipo y sin entrenar, hasta que el Cartagena le llamó buscando la salvación. Y otra vez, Julián Calero demostró de lo que es capaz, salvando a este equipo de un descenso que parecía seguro en Navidad. Y luego llegó el Levante, donde no era fácil asumir sus objetivos, pero con empeño, tesón y trabajo, ahí están los resultados y la fiesta final, curiosamente en Burgos, ante mucha gente que no se olvida de lo que hizo aquí y que el domingo se mezcló con la afición del Levante para abrazar a Calero y disfrutar, aunque fuera por un instante, de un ascenso que no era blanquinegro.

Julián Calero se lo merecía y nos alegramos que haya sido en Burgos, el mejor sitio posible, porque esta ciudad es también la suya.

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