viernes, diciembre 5, 2025
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Lo que el agua nos quitó

Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF.

Semana Santa en Burgos, sinónimo de mal tiempo, precipitaciones y desazón meteorológico de los más pasionales que esperan a estas fechas con fervor religioso. Esta temporada no ha sido de otra manera, y como ocurrió hace justo un año en nuestro épico y memorable duelo contra el Espanyol, la lluvia se convirtió en el principal protagonista de la jornada.

Lección que debería estar más que aprendida para intentar que estas condiciones influyan en la menor medida posible en nuestro estadio, pero no, volvemos a caer en la misma piedra y si ya el partido contra el Deportivo fue sonrojante con esa banda completamente helada, ayer retrocedimos varias décadas en el tiempo para volver a ver un campo anegado y embarrado.

Muchos lo entenderán como inevitable, es difícil luchar contra las inclemencias meteorológicas, pero como todo en la vida, cuantas más papeletas compres para que algo salga mal, más posibilidades existen de que salga mal. Resulta complicado dar explicación a que se haya estado regando esta semana El Plantío con normalidad, incluso el mismo sábado en la previa del partido, siguiendo el protocolo convencional sin alterarlo con las previsiones.

Coincidiremos en que al aficionado le gusta ver a sus jugadores embarrados y rezumando casta por los cuatro costados. Efímera vuelta al fútbol del pasado que nos retrotrae a aquella lejana “manita” endosada al Athletic Club en la que no existía ni brizna de césped en el terreno de juego; Pero siendo realistas la imagen de profesionalidad del club se vuelve a emborronar poniendo en serio riesgo la integridad de unos jugadores que multiplican exponencialmente el riesgo de lesión bajo ese escenario.

Las circunstancias nos perjudicaron. Las sensibles bajas fueron sustituidas con solvencia por un once con piezas no muy habituales pero que, yendo de menos a más, ensalzaron la fuerza del conjunto más allá de la ausencias. Buen trato de balón pese al entorno, en el que Morante ayudó a dar sosiego y criterio para encontrar a nuestros jugadores más habilidosos, creando numerosas acciones de peligro cada vez que cruzábamos la medular. 

Nuestro debe vuelve a estar en el balón parado, y si ya en el Heliodoro mostramos gran fragilidad de la que solo nos libró el VAR, el Cádiz no desaprovechó nuestra falta de contundencia para lograr sus dos tantos por esa vía. No logramos dominar ninguna de las dos áreas en esa faceta, y pese a que el gol de Expósito llegó así, la improvisación parece apoderarse de nuestros corners y faltas, carentes de estrategias que nos acerquen al gol.

Sensación agridulce en el que una buena actuación coral que prolonga una nueva jornada más puntuando se ve empañada no logrando conseguir los tres puntos que ya acariciábamos con las manos y que hubieran llenado de ilusión el tren que muchos aficionados dirigen con destino a playoff. 

Aún así esta semana no han de faltar alicientes teniendo a pocos días vista el derbi provincial. Dos temporadas contrapuestas que pueden acercarse mucho más de lo esperado de lograr la victoria en Anduva, y que enfrentará a dos enemigos públicos con rachas totalmente contrarias. 

Ideas claras y viento a favor para asaltar por primera vez Miranda desde nuestra vuelta al fútbol profesional. Porque ya lo decía el gran Piné: los derbis no se juegan, los derbis se ganan.

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