Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF
Llegó la primavera a orillas del Arlanzón y con ella la buena temperatura, las tardes con la chaqueta en la cintura y la alegría propia de esta estación. Cansados de tantos meses de frío y oscuridad cualquier burgalés de cuna está deseando volver a ver los rayos de sol de los que carecemos en invierno y que nos mantienen aletargados a la espera del solsticio y sus cambios.
Si, estoy hablando del tiempo de nuestra ciudad, pero también es una metáfora perfecta de la temporada de nuestro equipo. Un fin de verano espectacular, tocando la zona noble de la tabla y con unas perspectivas en lo más alto que se fueron desdibujando según la Tierra alejaba su posición en su órbita solar, hasta alcanzar su estado clasificatorio más crítico en aquellos ya lejanos e invernales enero y febrero.
La segunda división no deja de sorprendernos temporada tras temporada, y aunque antes del inicio de este año futbolístico ya se atisbaba que por nombres y nivel iba a ser la campaña más complicada desde nuestra vuelta al fútbol profesional, ver a teóricos candidatos al play off como Zaragoza y Tenerife en la parte roja, y a Mirandés y Huesca establecidos en la promoción, hacen que todas esas teorías y predicciones que se hacen por el mes de agosto queden como puras anécdotas.
Escribía la semana pasada que esta tranquilidad clasificatoria nos obligaba a luchar con más ilusión que estadística por cotas mayores si no queríamos que este último tramo se nos hiciera largo y tedioso, y si había alguna duda de como se lo iba a tomar la plantilla y la grada, quedó resuelto este domingo.
Una afición liberada que, aunque innegablemente ha estado con el equipo cuando más lo ha necesitado, también merecía sacudirse la responsabilidad de llevar en volandas a sus jugadores y empezar a disfrutar con ellos de la misma manera que lo han hecho los integrantes de anteriores planteles, resultando uno de los motivos determinantes por los cuales muchos eligen Burgos como destino futbolístico.
Cuatro jornadas por delante en nuestro feudo que deben hacer crecer esa chispa entre el verde y la tribuna sirviendo como catalizador para lo que venga por delante. Todos estamos orgullos de ver a los más pequeños de la ciudad con la camiseta de nuestro club, porque aunque aún no entiendan racionalmente lo que significa, el sentimiento va colonizando sus cabezas, y eso es algo que no van a abandonar nunca.
El próximo obstáculo en nuestro camino hacía un aún lejano play-off pasa por Tenerife en un duelo entre la ilusión y la imperiosa necesidad. Debemos acostumbrarnos de aquí hasta el mes de junio a ser jueces del destino de los equipos a los que nos enfrentemos, que verán nuestro partido como una final mientras nosotros jugaremos sin una presión que hemos acarreado durante gran parte del año.
Una terrible losa que ya hemos dejado en el fondo del lago y que nos ha hecho reflotar impulsados por la mejor racha de nuestro equipo en el fútbol profesional desde la refundación. Nadie sabe hasta donde llegaremos, pero aunque la relajación no se suele asociar a los buenos resultados, nos merecemos cerrar los ojos y dejarnos llevar hasta donde el viento de popa que hemos cogido considere.












