Articulo de opinión sobre la destitución de Jon Pérez Bolo como entrenador del Burgos CF.
Hace un mes era casi imposible de imaginar que Jon Pérez Bolo estaría fuera del Burgos CF a finales de octubre, pero esto es fútbol y como los resultados mandan, si se acumulan los partidos y las dificultades, todo puede suceder.
Aunque era una noticia que se podía producir tras la mala racha de resultados y, sobre todo, la derrota del domingo en Elche y la mala imagen mostrada en la primera parte, lo cierto es que he sentido pena al conocer el cese de Bolo como entrenador del Burgos CF.
El mundo del fútbol no siempre es justo con las personas que trabajan en el mismo, ni entiende de valoraciones sobre los logros precedentes, ni valen los buenos recuerdos, ni el sacrificio realizado en muchos momentos, ni los aciertos que se transformaron en victorias, ni los afectos a la gente cercana con la que se convive día a día, ni la ilusión por un futuro que era, y sigue siendo, prometedor, pero que se complica por muchas circunstancias. Nada de eso vale. En este mundo del balón de cuero lo único que sirven son los resultados, las victorias, los primeros puestos. Trabajar es competir y si ese trabajo no da el resultado apetecido, no sirve de nada.
Jon Pérez Bolo llegó al Burgos CF precedido de un entrenador, como Julián Calero, que había puesto el listón muy alto y que contaba con algo muy difícil de conseguir, el total apoyo de la afición. El ascenso, la situación complicada, rayando la posible desaparición del club, por los impagos de nóminas a jugadores y técnicos, junto con dos temporadas de ilusión compartida, sin apuros en la tabla y con opciones de soñar, pusieron a su sucesor ante un reto mayúsculo, que Bolo aceptó y asumió.
No era tarea fácil, pero el técnico vasco trabajó por conseguir un equipo, al que se pedía un fútbol más atractivo y un proyecto más ambicioso. Y Bolo trabajó en ello. lo hizo calladamente, sin alaracas, sin recibir grandes apoyos desde la grada, en el día a día de su trabajo, haciendo crecer al club y logrando ilusionar con unos partidos en El Plantío que contaba por victorias, como feudo inexpugnable, a punto de lograr la fase de ascenso, que se truncó en los últimos partidos en los que no salieron las cosas.
Para la actual temporada la llegada de una nueva propiedad incrementó el reto y las ilusiones crecieron. Al Burgos se le pedía, se le pide, estar en puestos altos de la tabla, o al menos en puestos cómodos, lejos del riesgo de zonas pantanosas que hagan aparecer los fantasmas del descenso. Un presupuesto mayor, para un reto que abiertamente nunca se explicitó, pero que se presupone.
El comienzo de la temporada fue bueno, debemos reconocer que mejor en resultados que en juego, pero tras el sueño de compartir liderato en las primeras jornadas, llegaron las lesiones de jugadores clave y una crisis abierta en resultados y juego, que ha llevado al equipo blanquinegro a una racha de seis partidos consecutivos sin ganar, con una imagen en el campo muy lejos de lo que se esperaba. Bolo lo intentó. Hubo cambios tácticos, a veces obligados, unas veces más acertados y otras menos, pero lo que no cabe duda es que el técnico no se quedó de brazos cruzados con un mismo sistema, buscó soluciones, trabajo en enderezar una situación, que da la impresión que en los últimos partidos se salió fuera de control.
Y el fútbol no entiende de nada que no sean sensaciones positivas y victorias. Llegaron algunas críticas, tampoco muchas, aunque de forma latente la preocupación de los aficionados se ha disparado en las últimas semanas, no solo por los resultados sino por lo que se veía en el campo, que creemos ha sido determinante en la decisión que los responsables de la entidad han tomado en la mañana del lunes.
Y Jon Pérez Bolo ya es historia en el Burgos CF. Un técnico que supo afrontar un reto complicado, que deja tras de sí su honesto trabajo, muchas horas de esfuerzo, de ilusiones y también de momentos duros. Ahí queda. Logró una temporada para enmarcar en El Plantío, que tardará en olvidarse y, pese a que algunos sectores puedan ser especialmente críticos, se lleva el respeto de la gran parte de la afición burgalesa.
Y a nivel de medios de comunicación también quedará ese recuerdo de mesura en los mensajes, sin conflictos ni malos rollos, con respeto mutuo y buena sintonía.
Adiós Bolo, te deseamos mucha suerte en el futuro. En Burgos está claro que, aunque algunos no lo valoren como deben, dejas mucho.












