No pudo ser. Volvió la derrota al Plantío. Era algo que podía suceder, más bien, era casi seguro que iba a suceder, pero que mal se digieren cuando llegan. Para rebajar más el tono, decir que el partido del Burgos no fue de esos que podemos calificar de desastre, sino de un equipo, el nuestro, que estuvo gris, no como en otras tardes y lejos de aquellos partidos donde al equipo le salían muchas cosas.
Y se ha coincidido. En general, la afición ha aceptado la derrota con la resignación de saber por dónde camina el equipo, de dónde viene y a dónde va. La mayoría no ha cargado tintas sobre la derrota y la aceptado e incluso, alguno, se ha permitido sacarle una lado positivo recordándome que el ambiente vivido en el Plantío recordaba al de aquellas tardes de hace muchos años (demasiados…) donde por el campo campaba un tal Juanito haciendo las maravillas del público. Era otro fútbol, muy distinto, y las comparaciones son odiosas, pero tiene razón el apuntador. Sentir lo vivido en nuestro estadio genera esa sensación de cosquilleo emocional que te anima, sin más a divertirte.
Pero ya que nos toca, analicemos el partido y veamos si somos capaces de dar con la clave de lo que pasó frente al Oviedo. Para empezar, la igualdad a la que llegábamos chocaba directamente con la desigualdad de ambos clubes. Como muestra decir que Borja Bastón tuvo opciones de haber jugado en nuestro equipo pero cuando se empezó a hablar de “pasta gansa” las posibilidades se difuminaron. Una clara diferencia para sacar la primera conclusión. El Burgos está en una zona que, mirando presupuestos, no le corresponde, y eso no deja de hablar mucho y muy bien de quienes forman parte de este equipo.
Pero no es menos cierto que las cosas no empezaron, vamos a decir, bien. Y es verdad que muchos os habéis hecho la pregunta esa de: “Si como se hacía, salía bien, para qué cambiar”. Yo os respondería (alguno ya lo he hecho) con eso de que “porque cuando hemos cambiado, hasta ahora, las cosas habían ido mejor”. Pero no puedo cambiar mi opinión personal solo porque da la sensación que remo a favor de corriente. Coincido. Ni me han gustado cambios que he visto y que han salido bien (que me los he tenido que tragar, lógicamente); ni me gustó el que vimos el último partido frente al Oviedo, que además dejaba lagunas, perdonad que insista, desde mi punto de vista, graves.
Claro que cuando pasan pocos minutos y ves cómo se hace zafarrancho y se modifica la idea anterior, solo viene a responder afirmativamente a quienes apuntaban el no comprender ni estar de acuerdo con el cambio establecido.
Calero cambió el dibujo e introdujo cambios. Inicialmente, pasamos a una línea de cuatro defensas perdiendo el tercer central que tan buenos resultados nos había dado. También acumulamos un hombre más en el centro del campo con Elguezabal como medio centro defensivo, acompañando a Miki Muñoz y Andy Rodríguez. Y finalmente, la línea de tres en la parte alta, con Juanma como hombre más adelantado, Valcarce por la derecha, y el retorno a la titularidad de Saúl Berjón en la izquierda. Cierto es que con mucha libertad y alternando posiciones, sobre todo entre Juanma y Valcarce.
Y, finalmente, un problema de salida, que, por cierto, ya sufrimos cuando tuvimos que cambiar el dibujo en un partido anterior. ¿Cuál fue? Con defensa de cuatro, el lateral derecho con Ernesto Gómez genera espacios al rival. ¿Por qué? Lo primero debemos definir de alguna manera un lateral o carrilero. Por ejemplo, Matos es el lateral que defiende primero pero es muy profundo en la faceta ofensiva. Es decir, cuando ataca su equipo, él se suma y llega a posiciones altas, pero cuando el equipo pierde, su inercia es a recuperar su posición defensiva. Ernesto es el caso contrario. Es un lateral que ataca y que tiene que forzar a recuperar la posición defensiva. La consecuencia son los espacios. En este caso, el rival encuentra muchos espacios por esa banda que tuvo que ser corregido con un Aitor Córdoba que bastante tenía con tapar la presencia de Borja Bastón. Un problema que se notó, sobre todo de salida y que generó un claro dominio visitante y sufrimiento local (aunque Calero no viera esa situación…).
Al menos, vio el problema y lo corrigió rezagando a un Elguezabal y poniendo una línea de cinco que dio sus frutos logrando que los rivales se alejaran de nuestra área. Eso sí, corregido tras el aviso que nos puso a todos los pelos como escarpias tras el remate de Bastón y que el balón se introdujera en nuestra portería. Nos perdonó la posición del delantero que por milímetros estaba en fuera de juego.
Pero, bien porque el equipo no entró en el partido con confianza, bien porque el rival nos la jugó, bien porque es buen equipo, lo cierto es que durante el partido estuvimos grises. La defensa sufrió muchísimo y vimos cosas que parecían escondidas en el baúl del olvido. Córdoba lo pasó mal con Bastón y éste le ganó en los choques fundamentales. Tampoco estuvo Rubio como en otros partidos.
En el centro del campo, al equipo le costó más. Miki Muñoz estuvo más fallón que otras tardes, Andy volvió a la versión de más desaparecido que otra cosa, y Elguezabal bastante tenía con apoyar a la defensa intentando tapar los huecos.
Arriba, Juanma le costó mucho, sobre todo porque para estar arriba en la referencia necesitamos una altura que el sevillano no tiene. Además estuvo más atascado en el juego del balón. Valcarce estuvo más desaparecido que en partidos anteriores y Saúl Berjón podrá tener mucha motivación para este partido pero no podemos dejar a un lado que tendrá menos ritmo de competición.
Y con todo esto, la mejor noticia para mí, y no es única la impresión, es que el equipo nunca estuvo perdido. Nunca perdió la cara al partido y, salvo el arranque del encuentro, donde las sensaciones no eran las deseadas, después el equipo estuvo a la altura del partido y nunca cerró sus opciones. Es más, encajó el gol, quizá, cuando mejor estaba y el Oviedo peor lo estaba pasando.
Al final, el resultado final que es lo que vale, fue malo y eso sí, fue fruto, no tanto de lo comentado sobre la disposición sobre el campo, sino por la pegada. Pocas veces lo veremos tan claro. Ellos convirtieron el penalti y nosotros lo fallamos. Es verdad, se puede decir que perdimos por penaltis.
Y para concluir, una breve reseña para el formato actual del arbitraje. El VAR corrigió situaciones que el árbitro no logró apreciar de primeras, pero, de alguna manera, hay que mejorar los tiempos de análisis. El fútbol debe sufrir los menos parones posibles y menos aún que sean largos. Y otra, el VAR es una herramienta de apoyo y da la sensación que, tanto árbitros como asistentes, pierden la responsabilidad que tienen y dejan que la segunda jugada la analice y dicte el VAR. No es el fundamento inicial eliminar al árbitro y los asistentes, pero visto lo visto, a lo mejor hay que darlo una vuelta.
Las notas del partido
El mejor: Pues seguimos con esa línea de dificultad de otorgar la etiqueta a un protagonista. En este caso, por desgracia, porque sin que el nivel haya sido desastroso, los errores y fallos han sido generalizados y el nivel ha terminado siendo muy similar en todos. Sin embargo, dicen que en el reino de los ciegos el tuerto se lleva la ganancia. Es posible que, en el Plantío, haya sido uno de esos partidos de menor brillo, pero su ratonería, su intención, la entrega y el trabajo, vuelven a destacar a Juanma García (6).
Alfonso Herrero: No tuvo mucho trabajo, aunque bien es verdad que tuvo el santo de cara porque algunas de lo que le llegó terminó lejos de la zona de peligro. Buena intervención en la primera parte. (6)
Ernesto Gómez: No era un partido para un extremo convertido en carrilero. Dejó muchos espacios y con defensa de cuatro inicial se notó demasiado. Con tres centrales está más resguardado y se disimula más pero defendiendo es peligroso que un lateral esté presionando la salida del balón con el extremo rival a su espalda. (4)
Matos: No estuvo como en otras tardes. Su profundidad encontró menos respuesta y participó menos. Defensivamente, cumplió. (5)
Aitor Córdoba: No fue su partido. Fue de los más flojos y no por el acierto, sino porque el rival fue superior en las acciones del partido. Vio cómo le ganaron la posición en varias ocasiones y cometió un penalti tan claro como consecuencia de su bajó nivel en el trabajo. El planteamiento inicial, es posible, que lo sufriera en demasía y ya con cinco defensas, nunca estuvo al nivel de otras tardes. (3)
Miguel Rubio: Bajó su rendimiento y le vimos algún error grave que parecían superados. Un central no puede dejar la marca en plena jugada. Aun así, fue suficiente para el aprobado. (5)
Elguezabal: Cuando fue medio centro defensivo sufrió intentado tapar huecos a los que no llegaba. En algunas ocasiones no era ni central ni centrocampista. Luego se aclaró el trabajo al retrasar su posición y, en esa posición de central, el jugador sube enteros. (5)
Andy Rodriguez: Bajó el rendimiento y volvió a estar desaparecido en algunos momentos del partido. (4)
Micki Muñoz: Menos acertado que en otros partidos y el equipo se resiente. Intentó colaborar defensivamente y aportar en ataque. (5)
Valcarce: Aunque sigue desaparecido (ya le ha pasado en partidos anteriores), cuando aparece el rival lo siente y sufre. Ayer tuvo la mejor ocasión (exceptuando el penalti). Necesitamos un Valcarce más participativo, pero su trabajo le da para el aprobado. (5)
Saúl Berjón: Partido cargado de emotividad para él. Con todo, prevaleció su experiencia y estuvo en el partido dando sensación de peligro. Quizá le faltó ritmo de juego pero cumplió. (5)
Guillermo: Su salida dio un aire más natural al equipo aunque, dado el momento, era una empresa difícil por la acumulación de jugadores rivales en el centro de la defensa. (5)
Filip Malbasic: Un cambio que pasó desapercibido. No se le vio y tal y como estaba el partido, era necesario que esto no ocurriera. Necesitamos mucho más. (4)
Claudio Medina: No creo que se le pueda exigir demasiado a un jugador que no cuenta para Calero y que recurrió a él cuando las cosas estaban complicadas. Es verdad que un jugador debe aprovechar lo que tenga, pero en las circunstancias que salió, con el ritmo de competición que tiene, ser determinante, se me antoja, una empresa más de ciencia ficción. Con todo, sigue cometiendo errores que son impropios de la categoría. (4)
Julián Calero: Se podría recurrir al tópico del “cazador cazado”. Le dieron con su misma medicina y el sistema de Ziganda le superó en muchos minutos de la primera parte, donde la mejor noticia fue no encajar. Recurrió a un cambio de sistema en ese afán de sorprender, pero al final, el sorprendido fue él. Además, no vio el problema de jugar con un jugador muy ofensivo con línea de cuatro y con tres delanteros. Por otra parte, a pesar de reconocer en la previa que el rival era peligroso en las jugadas a balón parado, no lo traslado al campo con el cambio de dibujo y realmente el equipo sufrió en ese aspecto. Tuvo que modificar su idea inicial y, es cierto, que el equipo mejoró y al menos logró que el rival dejara de atacarnos. Pero algunos jugadores ya estaban marcados y su rendimiento no fue el de otras tardes. Sería injusto no decir que, en la segunda parte, el equipo mejoró, dominó y dio la sensación de encarrilar el partido. A partir de aquí, y de encajar el gol, nada que objetar. Había que intentarlo y Calero puso las herramientas para hacerlo. No pudo ser. Su planteamiento inicial le resta muchos puntos. (3)