Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF.
Lo veníamos pidiendo desde hace tiempo, queríamos un equipo valiente, un equipo que dejara atrás el lógico atenazamiento con el que ha somatizado la tensa situación clasificatoria de gran parte de la temporada para dar paso a un futbol más alegre, sin tantos complejos y que divirtiera a los aficionados en estas últimas jornadas en las que poco o nada hay en juego.
Un año difícil para un aficionado burgalesista no acostumbrado a sufrir desde nuestra vuelta a la liga profesional y que curiosamente cuando más lo ha hecho ha sido en el año en el que prometíamos mayores aspiraciones. Fútbol poco vistoso, simple y práctico que ha sido clave en nuestra mejoría pero muy poco entretenido para quien lo sigue desde la grada, teniendo como único aliciente esa tensión que nos ha acompañado y que encoje el corazón una vez que el esférico llega a cualquiera de la dos áreas.
A priori no era el mejor rival para cambiar nuestro guión, a sabiendas que íbamos a ser dominados casi hasta el agotamiento, limitando nuestras oportunidades a lanzar contrataques que les metiesen algo de miedo en el cuerpo. Afortunadamente, la previsión volvió a fallar en esta impredecible liga y pudimos ver un gran partido de fútbol en el que dos equipos con armas diametralmente opuestas se enfrentaron “a bofetadas” mirando más a la portería contraria que a la propia.
Una exhibición futbolística con sabor amargo, o más bien agridulce. Sensaciones de partido de playoff que nos deja las dudas de dónde podría haber llegado nuestro equipo si se hubiera atrevido a dar un paso adelante en determinados partidos. Por el contra, siendo resultadistas, nos volvemos a ir de vacío en la que pudo ser la mejor imagen sobre el césped desde que Ramis cogió el relevo de Bolo en el banquillo de El Plantío, como ya ocurrió en la fecha contra el Real Oviedo.
Gran partido emborronado por una decisión técnica inentendible para los que simplemente disfrutamos del espectáculo desde la grada y con la que se señaló al míster tarraconense a la salida del estadio. Gran sorpresa causó el posicionamiento de Edu Espiau como interior derecha en su salida al campo, entendiéndolo como algo circunstancial, pero se rozó el estupor cuando según iban pasando los minutos la permuta con David Gonzalez en ese doble nueve no se producía.
A veces, cuando la ola es positiva y los jugadores creen ciegamente las decisiones del técnico, cualquier variación de dibujo o “invento” que plantee, sale bien. Esos famosos “ataques de entrenador” que ellos ven muy claros pero que a ojos de los demás resultan incomprensibles. Desafortunadamente el Elche aprovechó un fallo en salida de balón de nuestro delantero canario y del cual parece injusto culparle debido a una comprensible desubicación.
Ya únicamente restan cuatro jornadas de una temporada que se nos ha hecho infinita y muy corta a la vez. Diez meses en los que hemos experimentado de todo menos estabilidad y que ahora, sin alicientes deportivos, debemos disfrutar repasando cuales han sido los errores cometidos para no repetirlos en la próxima temporada.
Jugar en Segunda División es un premio para todos aquellos que vagaron por el desierto durante tantas y tantas temporadas, pero nuestra mentalidad también ha de cambiar como lo ha hecho el equipo y madurar hacia visos mayores. Hemos dejado de ser un novato y como tal hemos de comportarnos.