Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos Club de Fútbol.
Se acabó la agonía. Cientos de textos, conversaciones y tertulias llegan a su fin con los tres ansiados puntos logrados el domingo. El sol también sale lejos de El Plantío y esa sensación parece que se percibe entre todos los aficionados blanquinegros que ya profesábamos como
eterna esa losa. Borrón y cuenta nueva, un lunes de mirar la clasificación sin miedo, con el alivio de haber dado un importante paso que además supone toda una liberación.
Lejos queda aquel 22 de julio cuando este partido tuvo su precuela en la localidad burgalesa de Medina de Pomar. Por entonces un Amorebieta con las ideas mucho más claras apabulló a un Burgos con muchas dudas, en busca de un estilo propio que pretendía dar esquinazo a los
planteamientos “rácanos” vistos en la temporada anterior, y que parecían tener más detractores que seguidores.
Como el fútbol es una continua paradoja, casi seis meses después llegamos a Lezama en el que probablemente sea uno de los momentos más convulsos a nivel deportivo. Las cosas en el verde no salen, la afición se muestra crítica con unos planteamientos que no convencen y los jugadores en medio de todo esto también empiezan a ser foco de algunas miradas. Y cuando esto ocurre, que mejor que acudir a lo más básico del fútbol.
Un equipo serio se plantó en la ciudad deportiva del Athletic Club con la premisa de no conceder y aprovechar las oportunidades que seguro iban a generar dos bandas muy verticales. Cinco defensas atrás que tenían muy claro que el peligro azulón llegaría por los costados y que no era día para especular con la contundencia, repitiendo errores recurrentes de este primer tercio de temporada. Y un mediocentro, que aunque sobre el papel debía ser diferencial por su calidad, lo fue por su trabajo defensivo.
Recuperando virtudes del pasado, el Burgos provocó que en el partido pasaran muy pocas cosas, y que cuando pasaban era porque se provocaban desde el orden. Se consiguió parar la sangría de casi dos goles por partido en contra fuera de casa, gracias en gran parte a un José Antonio Caro que lució la seguridad que le hizo hombre record, y que debe ser baluarte de este equipo si no quiere sufrir en lo que queda de campeonato.
En días como el de ayer se me hace imposible no acordarme de Don Julián Calero. ¡Qué difícil es lograr el equilibrio en un equipo tengas a los jugadores que tengas! Sobre el papel y la pizarra todos los esquemas y las teorías funcionan, pero aplicarlas en el campo se antoja
mucho más complicado. Como tantas veces nos cansamos de oírle, el fútbol es un deporte de aciertos y errores, y quién más limite lo segundo, mucho más cerca estará de la victoria.
Así es como llegó el punto en Ferrol, así es como se secaron las virtudes con el balón del Andorra y así es como se ha inaugurado el casillero de victorias a domicilio. Un fútbol mucho más pragmático, sin demasiadas florituras, poca vistosidad, pero que nos sirve para darnos un respiro a nivel clasificatorio que seguramente nos haga afrontar lo venidero con mucha más tranquilidad.
Fin de año muy complicado en lo que respecta al calendario, tres salidas en los cuatro próximos partidos. Próxima parada: Arenterio. Visita a la localidad orensana de Carballiño en una nueva ronda del torneo del KO, que aunque no sea prioridad, podría oscurecer el avance
logrado en esta última jornada. Feudo muy complicado, prácticamente inexpugnable en las últimas dos temporadas y que aún se puede hacer más cuesta arriba si el equipo no consigue aislarse del runrún que ha empezado ya por el derbi del sábado.
Las ideas parecen estar más claras, las piezas puede que estén empezando a encajar y todos empujaremos para que la ola que se está formando nos lleve lo más lejos posible. Semana de derbi, sí, pero a partir del miércoles.
